lunes, 29 de junio de 2015

¿RELATO POR ENTREGAS?





A veces tengo tanto que decir que me falta papel... Se me ocurren posts cuando estoy de risas con las amigas, cuando paseo por la playa o de camino al trabajo...pero si en ese momento no me hago una chuleta, cuando por la noche me siento delante del ordenador, ya no me acuerdo de nada. Se me queda el cerebro completamente vacío de ideas. 
Hoy es uno de esos días. Agotada, agobiada por el calor y después de un lunes muuuuuy largo, por fin me siento a escribir con ganas de compartirlo con vosotr@s, literaut@s. Pero como tengo mi libro tremendamente solo y abandonado voy a dedicarle un ratejo, que él también me necesita. Para compensaros, quiero compartir con vosotras un fragmento de un relato con el que participé en un concurso literario el año pasado. Espero que os guste, y, si es así, otro día publicaré la continuación. buenas noches literaut@as...y disfrutad de la lectura...

LÍNEA 1
 Sandra está sentada sobre la cama, inmóvil, los brazos caen sin vida a lo largo de su cuerpo, y la opresión que siente en el pecho cada vez es mayor. El corazón se le dispara y nota como le falta el aire. Consciente de las sensaciones que la invaden, empieza a pensar que va a entrar en estado de shock, aunque si está pensando en ello, supone que todavía tiene un mínimo control de la situación. No va a tener otro ataque de ansiedad. No lo va a tener porque todavía puede controlarlo. Sólo tiene que respirar honda y profundamente y su cuerpo irá volviendo a la normalidad, sus pulsaciones se ralentizarán y todo arreglado. Puede lograrlo y lo hace. Si todo se resolviera igual de rápido… Ahora está más calmada. Sólo tiene que pensar fríamente qué decisión tomar y actuar en consecuencia. Sandra tenía un plan marcado para su vida, un trabajo con posibilidades de promoción y mucha ambición, una maravillosa y activa vida social y todo el tiempo del mundo para lograr sus objetivos. Ochenta y seis mil cuatrocientos segundos al día de los que disponía a su antojo, sin rendir cuentas a nadie de como los administraba. Pero ahora alguien le ha dado a la tecla de pausa y se ha congelado la imagen. ¿Qué debe hacer? ¿Da carpetazo a todos sus planes? ¿Pospone su vida para más tarde? Porque esto lo cambia todo, lo paraliza todo. Se acabaron las salidas nocturnas, las fiestas, el no tener horarios establecidos y el ascender en el trabajo. La balanza se inclina ligeramente hacia el no, repleta de contras. Pero cuando lo piensa bien, los brazos de Sandra, antes inertes, cubren inconscientemente su vientre. Y ahí está. Es la primera vez que protegerá a su hijo. Esta vez lo protege de sus propios pensamientos, pero sabe con certeza, que será la primera de muchas. La balanza cambia de dirección casi sin quererlo. Sus sentimientos están llenos hasta rebosar de pros, y los contras… ya verá cómo se deshace de los contras. Se levanta con decisión, saliendo de su letargo, y tira la prueba de embarazo a la papelera, convencida de lo que tiene que hacer. Mañana llamará al trabajo para decir que está enferma, e irá al Hospital Virgen del Consuelo a hacerle una visita a su ginecóloga, para ver por primera vez a su hijo y escuchar los latidos de su corazón. Apaga la luz y se acuesta con el mismo miedo que hace un rato, pero más feliz. Cierra los ojos dispuesta a intentar dormir.
 A lo lejos, amortiguada por los altos edificios, se escucha una sirena de policía. Acuden a la rutinaria llamada de uno de tantos vecinos preocupado por los gritos y golpes que resuenan en su escalera. La pareja de oficiales entra con desgana en el viejo edificio que ya se conocen demasiado bien. Han desgastado con sus botas los ajados escalones unas cuantas veces en los últimos meses, y saben que igual que suben hasta el tercero van a bajar con las esposas vacías y los bolsillos llenos de impotencia. Como siempre, comprobarán que los daños no son muchos ni muy graves. Añadirán a su lista un accidente casero más, y volverán a desandar el camino para seguir con el turno de noche. Y se irán con el convencimiento de que podían hacer más, y mucho remordimiento por no hacerlo. Hoy no parece una noche diferente de las otras, pero hay un ligero cambio, un matiz que no pasa inadvertido a los oficiales de policía. Por primera vez les ha mirado a los ojos. A sus ojos se asoma una súplica desesperada mezclada con toneladas de miedo. La mujer policía le desliza entre los dedos una tarjeta. Tiene el pálpito de que hoy la usará. Hoy está segura de que Liliana Rodríguez, mujer, 36 años, nacionalidad ecuatoriana y posiblemente con una fisura en una costilla, cogerá la tarjeta mientras el monstruo de su marido ronca a su lado, la leerá y la usará. Y mañana, cuando termine de limpiar en las oficinas de la Gran Vía Ramón y Cajal, cogerá el metro en Plaza España para volver a casa y quizás, sólo quizás, si reúne fuerzas, se desviará de su camino para acudir a la comisaría del distrito, escapando por fin del bucle de violencia, celos y control superlativo en el que se ha convertido su vida. Si mañana tiene la fuerza suficiente…, si no se arrepiente en el último minuto,…mañana la agente López sentirá que, por una vez, podrá por fin ayudarla. 
 Es noche cerrada y duerme la ciudad. Hay miles de ojos cerrados, tantos como ventanas apagadas. En el edificio de ladrillo rojo, en el tercero derecha, una luz parpadea como los ojos de su insomne dueña, y se enciende, no sin esfuerzo, como si supiera que no son horas. La dueña de la luz parpadeante decide ponerse a releer su libro favorito para tranquilizar los nervios causantes de sus desvelos. Se pierde entre las líneas como la protagonista de su querido libro lo hace por sinuosas calles, y piensa, sin poder contener sus esperanzas, que ahora sí, que puede que esta vez consiga ser ella la que viaje por esas ciudades sólo conocidas a través de los libros…, que puede que esta vez sí pueda empezar a vislumbrar sueños cumplidos. La llamada ayer por la mañana ha hecho que todo lo negro se empiece a teñir de color, que toda la suciedad empiece a limpiarse como cuando llueve se limpian las hojas de los árboles, poco a poco, al mismo ritmo que crece su esperanza. Si durante meses y meses su esperanza era que sonara el teléfono, ahora esa misma esperanza crece rápidamente. Ahora espera tener más. Espera una buena entrevista, un buen trabajo, un buen sueldo, vacaciones…espera que su suerte cambie…sólo con una llamada de teléfono ha cambiado ya mucho. Ha cambiado su sueño inquieto. Si antes sus desvelos estaban cargados de miedo, frustración e impotencia, ahora es la emoción la que provoca su insomnio. La emoción de saber que puede conseguirlo, que mañana bordará la entrevista porque sabe que, aunque no tenga mucha experiencia, sabrá desempeñar el trabajo con los ojos cerrados. La misma emoción que siente cuando piensa que podrá pagar la luz, el agua, la hipoteca… Lo voy a conseguir, lo voy a conseguir… se repite en la cabeza, como un mantra. Cierra el libro y para dormir, en vez de contar ovejas, se dedica a contar futuros sueños por cumplir. Por la mañana, sacará su mejor traje del armario, se convertirá en Sonia Fernández, abogada, y está segura de que cambiará, por fin, el rumbo de su caótica e insolvente vida. (...)
CONTINUARA... 

viernes, 19 de junio de 2015

VOY A TUITEAR TE QUIERO....y me vuelvo a los 18.

El otro día llegó este libro a mi librería y me llamó la atención por el autor, Blue Jeans. Este escritor se dio a conocer en las redes sociales con su trilogía Canciones para Paula, publicada en papel por Everest. A partir del éxito de sus libros entre adolescentes, fichó por Planeta, con los que ha publicado la trilogía de El Club de los Incomprendidos, de cuya primera entrega ya se ha realizado la adaptación cinematográfica. Cada vez que me llega un nuevo libro de Blue Jeans, siempre me alegro, por el hecho de que yo compré, vendí, leí y recomendé su primera novela, así que le tengo especial cariño. Saqué el libro de la estantería, y me dije, que después de tanta historia de amor subidita de tono, de unos cuantos asesinatos y de vivir rodeados de podredumbre y corrupción, me hacía falta un antídoto rapidito y efectivo. ¿Recordáis cuando nuestra preocupación principal era cruzarnos por casualidad con el vecino buenorro de enfrente o que el ex-novio de nuestra ex-amiga se la hubiera pegado a su novia actual con fulanita de tal? Esos días de vino y rosas...bueno más bien de calimocho y Bon Jovi en el walkman a toda pastilla... Pues para volver a esos momentos tan geniales y angustiantes a la vez, elegí leer el último éxito de Blue Jeans: Algo tan sencillo como tuitear te quiero. Una historia sincera y real, en la que conoceremos a un grupo de chicos y chicas que afrontan por primera vez la experiencia de vivir y estudiar lejos de la casa familiar. Madrid se convertirá en su ciudad de acogida y la residencia de estudiantes, en su nuevo hogar. Todos ellos tendrán sus propios problemas y deberán enfrentarse a las novatadas, la soledad, las nuevas relaciones que puedan surgir, las tentaciones poco recomendables… A pesar de todo, y por encima de todo, triunfará el amor, la amistad y la lealtad al grupo.
«El primer año en la universidad marca la vida de muchas personas. Te enfrentas a nuevos retos, nuevas ilusiones y a numerosos cambios que, por mucho que tengas previstos no dejan de sorprenderte. Todo esto se multiplica si, además, ese primer año lo pasas en una residencia de estudiantes. Vives veinticuatro horas, los siete días de la semana, con los que terminan convirtiéndose en tus mejores amigos. Abres los ojos de par en par y surge el amor, llegan las decepciones, descubres la pasión, te persiguen las tentaciones, conoces a fondo tus miedos...todo intensificado y a un ritmo que da vértigo. Los chicos de la Benjamin Franklin afrontan esa época repletos de sueños y también de dudas. Las cosas no siempre son lo que parecen ni salen como uno desea. Pero tienes que lanzar la moneda para saber si sale cruz o cara», Blue Jeans

Me lo he pasado muy bien leyendo esta novela romántica juvenil, olvidando facturas de la luz, camas por hacer, niños que atender, montañas de ropa por planchar... Por un rato soy como Elena, preocupada por empezar derecho, centrada en mis estudios y decidida a no enamorarme. Soy como Ainoha, insegura con mi cuerpo. Soy como Iria,  enamorada a distancia de un novio gilipollas, o como David, dispuesta a dar carpetazo a un pasado lleno de secretos. Algunas de sus preocupaciones son las mías de hace veinte años. He recordado la sensación de nervios en el estómago ante lo desconocido, el primer día en mi residencia de estudiantes. La desesperación de sentirme enamorada de alguien que ni siquiera sabe que existo. Las dudas, las palabras calladas por miedo al rechazo, la cobardía de las primeras veces que al final no lo fueron y también la valentía para aprender a ser una misma. Lágrimas, risas, experiencias, rechazos, amistad, amor y desamor, desafíos, borracheras, sacrificios y premios, verdades y mentiras que me han hecho ser la mujer que soy ahora. Y ahora estoy encantada; claro que cambiaría muchas cosas, pero nunca cambiaría lo que soy. Pero un ratito...¡ay! volver solo un ratito a aquellas fiestas universitarias, a las vacaciones con amig@s, pensando solo en verle y hablar con él, a los bailes en el Desván y los litros de calimocho, las tardes de Coronita y las noches de chupitos en el Raspa. Lo que daría por volver unas horitas a los dieciocho, diecinueve y veinte...
Tengo una amiga psicóloga y ginecóloga, vale su peso en oro ella..., que tiene aspiraciones de inventora y ya tiene casi listo un prototipo de máquina del tiempo. Nos falta financiación, porque esto del I+D esta muy infravalorado. Bueno, falta financiación y decidir las normas básicas para poder disfrutar de este gran descubrimiento que me permitirá ser una supermujer de 37 en un cuerpo de 18. Eso sí, estamos negociando, pero mi condición indispensable es llevarme atrás en el tiempo mi gusto en el vestir de ahora, y un paquete de condones, que yo era muy pava y muy sor, y estoy dispuesta a ponerle remedio. Ahí lo dejo literaut@s, pensad lo que queráis, pero pensad...¿a quién os dejasteis en el tintero?, ¿cuándo dijisteis SI o NO, y os arrepentisteis de la decisión?, ¿con quién os mordisteis la lengua y ahora vomitaríais lo que pensáis? O ¿con quién os mordisteis la boca y ahora os morderíais todo el cuerpo? ... Buenas noches literaut@s y feliz viaje a los dieciocho.

miércoles, 10 de junio de 2015

ALICIA...Y SANDRITA


Noche de escritura...
(...) a Sandrita encima los hombres que le entran son estupendos. Yo creo que los feos ni lo intentan, porque Sandra tiene ese aire de inalcanzable que ya se huele a distancia. Y a pesar de ser de lo más campechana_ tanto que a veces es hasta escatológica_, los tíos normales la deben ver fuera de su alcance, porque a su alrededor los moscones que la sobrevuelan son siempre del más alto nivel. De esos que ya querría yo que me dieran un vuelecito, aunque fuera un vuelo rasante sólo de pasada. Sandra tiene tanta seguridad en sí misma que te deslumbra. Y es guapa. Tiene el pelo ondulado rubio oscuro, la nariz pequeña, los pómulos marcados, y unos ojos medio azules, medio grises, preciosos. Es alta y siempre ha estado delgada sin hacer más esfuerzo que los tres días a la semana que sale a correr. Que conste que habla mi envidia…porque la tía se pone cerda a beber y a comer y nunca engorda ni un gramo. Sí, Sandra es una chica bonita y atractiva; pero aunque no lo fuera tanto, creo que seguiría deslumbrando y le seguirían lloviendo hombres a cubos, porque es ese convencimiento suyo de que es feliz, de que hace lo que quiere y cuando quiere, sin importarle un pepino lo que piense ni diga nadie, lo que la hace tan atractiva a la mirada de los demás. Y digo a la mirada y no a la vista, porque a Sandra cuando se la ve, se la mira, y con atención. Si va con su traje chaqueta, el tío que está sentado en la mesa de enfrente en la cafetería, está deseando quitárselo; y si sale a romper la noche con pitillos ajustados que yo no tengo aspiración de poder ponerme nunca ni en mis sueños, subida en unos tacones imposibles y con un escote de infarto…pues…eso, que ya no te queda otra que ir recogiendo babas por ahí a su alrededor. Y ella como si nada, oye. Parece que puedo oír a Susana, que es un pelín mojigata cuando quiere… 
_Sandra, hija, podrías ir más discretita…que vas enseñando toda la pechuga. 
_¡Ay! Susi, hija mía, que sor que eres a veces. Para enseñar toda la pechuga tendría que sacarme una teta, aquí en medio del pub, y yo de momento aún no enseño pezón…
Con este retazo de historia, os presento a un nuevo personaje, que todavía estoy construyendo. Bueno, más bien se está construyendo solo, con historias de aquí y de allá. Si tenéis una amiga como Sandra, o conocéis alguna aventura o desventura divertida que penséis que le iría como anillo al dedo a la amiga más loca de Alicia, podéis enviarme vuestros comentarios por correo, comentar en el blog o en la página de facebook. Me encantará poner un trocito de vosotr@s en mi...¿libro? ¡Coño, qué miedo me da decirlo...! Gracias y buenas noches literaut@s.