miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA COBRA, LA COBRA...¡LA MADRE QUE LO PARIÓ!


  OT. El Concierto. El punto final a tres domingos seguidos de nostalgia, de recuerdos y de volver a mis veintipocos. Esos en los que nos reuníamos frente a la tele, para ver el primer reality de nuestra vida. Y será que la novedad lo es todo, porque después de la primera edición de OT, (y la de Gran Hermano, of course) el resto ha sido porquería. O es que yo he desarrollado un rechazo total a los reality. Yo creo que Operación Triunfo me pilló en un momento de happy flower: primer trabajo, primera (y única) pareja seria, los felices 20... Todo era de color de rosa, y estaba todo lleno de unicornios, purpurina y pajaritos cantando. Así que, básicamente, me pasé todo el programa emocionada con las posibles e imposibles parejas que iban a gestarse en la Academia. ¡Ay!, esas miradas, esos roces, esos susurros...¡la música era lo de menos, qué cojones! A no ser que fuera un dueto chico-chica, claro. Gisela y Bustamante, Tenorio y la Fergó...y, la pareja por excelencia, la que no necesita presentación: Chenoa y el gilipollas de Bisbal. Sí, señores, fueron la pareja de España. Y sí, ha quedado claro que no me trago al ricitos. Lo siento si entre vosotr@s hay algun@ que es súper fan, pero no puedo con él desde la primera vueltecita que pegó sobre el escenario. Y me molan muchas de sus canciones, ¿eh? Pero en un CD. Verlo a él en directo me hace vomitar, mira si le cogí manía. Hay cosas que no se pueden controlar. Y mi animadversión por Bisbal y sus gorgoritos es una de ellas. Y mucha culpa la tiene el chándal de Chenoa, que le vamos a hacer...verla con ese careto, moqueando y con ese vestuario... sólo le faltaba el bol de helado de kilo y medio y la cajita de kleenex, ¡por Diorrrrrrr!

 ¡Qué horror de ruptura, con público escarnio incluido! Eso ya no se lo pude perdonar al chico. Y ahí, si Chenoa ya era mi preferida para ganar el concurso (Rosa no sabía hablar,  Bustamante sólo llorar y Bisbal girar),  en aquel momento, se convirtió en mi martir. Soy carne de los medios, que le voy a hacer. Soy la telespectadora más previsible del mundo. Total, que si los eto e increible, los rizos arriba y abajo, la vueltecita y el corazón latino, ya me generaban rechazo, su conversión en rompecorazones destrozachenoas me provocó odio. No odio de enviarle anónimos, a ver si me meto en un fregao...pero si de hacer zapping. No podía resistirlo. Cambiaba de canal en cuanto asomaban sus rizos al viento.

Pero, como dicen algunos, todo pasa, y  el tiempo todo lo cura... Al mismo tiempo que Chenoa cambió el chándal por el éxito y por otros novietes, yo fui capaz de volver a ver a  Bisbal por la tele, sobretodo desde que se cortó el pelo. De hecho creo que es directamente proporcional. No sé que neurona tengo estropeada pero la mayoría de tíos con pelo largo me causan rechazo, yo que sé porqué. 
He de reconocer que, incluso, estos últimos años, había llegado a admirarlo, por esa carrera estupendísima. Si era tan famoso internacionalmente, ¿quien era yo para menospreciarlo?
 
Y llegó La Voz... Y, a Dios pongo por testigo, que intenté controlarme... Pero si llega a repetir de coach otra edición, juro que me borro del programa. ¡Que cansino! Aunque... lo he seguido respetando, profesionalmente hablando, y principalmente porque se come paellas con Alejandro Sanz, y para mi Alejandro es lo más.

Hasta ayer. ¡HASTA AYER! Una y no más. Porque Bisbal ayer me jodió la noche. ¡Quince años! Quince largos años aborreciéndole y al mismo tiempo esperando. Esperando una madurez, un cambio por su parte, una reacción... Y NADA. Este tío es tonto. Quince años esperando,  y una noche que prometía mítica, se cubrió con tintes de tragedia. Hubo que esperar 15 largos años y un sinfín de actuaciones mediocres, entre ellas la de Juan Camus, para llegar al punto álgido del concierto: ese que tampoco necesita presentación porque tod@s estáis pensando en el dueto de los duetos: el Escondidos de Chenoa y Bisbal.  Yo estaba con la lagrimita, medio convencida ya, aunque pensando que seguía siendo un pelín gilipollas, porque ¿quién declara delante de toda España que te tengo cariño? Que cariño ni que cojones.  Y le da ese abrazo. Con palmaditas en la espalda. ¡¿Qué eres mi padre?!  En ese momento, no me gusta Chenoa... ¡soy Chenoa! Y aún así, seguí esperando. Y media España, como yo misma, estaba pensando a gritos: ¡que la bese jodeeeeeer! Esperando. Pero Bisbal, el hombre más incomprendido e incomprensible, que no increíble, de toda España, ¡le hizo la cobra a Chenoa! No se me desencajó la mandíbula de purito milagro, chic@s. ¡La cobra! ¡La cobra! ¡La puta de la cobra! ¡La madre que lo parió! A Bisbal, no a la cobra, pobrecito bicho.
47 millones de telespectadores esperando al son de la música romántica y con los pelos cómo escarpias, y todo acabó con una cobra. ¿Hola Pepita, viste el concierto de OT1? ¡Siiiii... menuda cobra! ¡Hombre Bisbalito, eso no se haceeee! Menudo resumen del concierto nos has dejao.  Cuando empezaron los primeros acordes de Escondidos, todos querían ser Bisbal, y por culpa de la puta cobra, hoy todos somos Chenoa. ¡Que coño... mañana me pongo hasta el chándal! ¡Che-nooo-aaa, Che-nooo-aaa...! (modo animadora on)
En conclusión, gracias a la cobra de Bisbal, nuestros sueños de 15 años están en el cubo de la basura, posiblemente donde acabará este reencuentro de Operación Triunfo, a no ser que lo reciclen muy mucho.
Y es que...lo recordaba más y mejor. 
Buenas noches literaut@s...y no soñéis con cobras...
¡Che-noo-aaa! ¡Che-noo-aaa!

domingo, 30 de octubre de 2016

PARA ENTENDER EL MUNDO...NECESITAMOS MUCHOS CUENTOS



 Sábado 29 de octubre.  Fin de semana otoñal con tintes de miedo, telarañas y calabazas. Yo, como soy de llevar la contraria, en vez de reservar entradas para la casa del terror, he guardado un huequito en mi agenda para llevar a mis hijos a una presentación literaria. Que no..., que aún no estoy loca. Mi Mr Big, no las tenía todas consigo, primero porque no es muy de libros, aunque rezume inteligencia, prefiere prensa y tele, y la literatura la deja para mi. Y, segundo, ¿los dos niños en una librería repleta, calladitos y sentados en la presentación de un libro? Pues eso, no hace falta decir más. ¡Escéptico!  ¡Incrédulo! No sabía que el as en la manga lo tenía yo guardado. El escritor era Eloy Moreno, carismático y divertido donde los haya. El libro, "CUENTOS PARA ENTENDER EL MUNDO 2" el nuevo fruto de su cosecha de autopublicación. Este nuevo proyecto personal del autor era de obligada creación, después del éxito de Cuentos para entender el mundo, con 20.000 ejemplares vendidos. Y la presentación era de obligada asistencia por mi parte, porque si voy a Toledo a seguir la ruta de su libro Lo que encontré bajo el sofá, ¿cómo no voy a acercarme a la librería Argot a quince minutos de mi casa?


  Hace dos años, sumida en una gran resaca literaria, tras leer "Lo que encontré bajo el sofá", dos veces seguidas de la pena que me dió acabarlo, arrastré a mi maridito a la España profunda, persiguiendo a Eloy y siguiendo su ruta por las calles de Toledo. Ayer, cogí a toda mi prole, y me los llevé para que ellos también pudieran escucharlo. El primer libro recopilatorio de cuentos, se lo regalé a mi hijo. Al principio, hubo emoción por la dedicatoria, y rebelión contra las instrucciones de uso del libro, porque era incapaz de leer un solo cuento al día.

Pero, al final, el libro de cuentos, acabó sepultado y perdido entre tablets, nintendos y legos. El libro cumplió su cometido, mi hijo y yo hablando de lectura y, ¡importante para padres! leyendo lo mismo. Por eso, no iba a desperdiciar la ocasión de repetir la hazaña. La primera reacción de sus 11 años fue decir ¡qué rollo, no quiero ir!, y por supuesto, su verguenza de 11 años le hizo afirmar que ni de coña iba él a hacer cola para que le dedicara el libro, que me lo firmara a mi que para eso lo había obligado a asistir a aquella tortura china. ¡Ay, otro escéptico e incrédulo! Va en sus genes, que le vamos a hacer. Y ¿el otro hombre de mi vida? Iba diciendo... yo no quiero estar aquí, que aburridoooooo, cuando se topó con una estantería repleta de libros de Star Wars, y de esa pasó a la Patrulla Perruna, como dice su padre, y acabó recorriendo y toqueteando toda la librería, antes de sentarse, modosito, en la silla, a disfrutar de la presentació, previo soborno con minilego micróscópico de 3,95€. ¡Todo llegará! Incluso hubo diez minutos que Eloy consiguió captar su atención y le hizo reír. Con eso me doy por satisfecha. Lo del mayor fue para darle de comer a parte. Pasó de estar mosqueado por asistir, a sostener el libro entre sus manos y hacer quince minutos de cola, ¡pacientemente!, para que le dedicara el ejemplar. ¡hay que joderse! Eloy Moreno hace magia. Mr Big flipaba y yo estaba muy pagada de mi misma, porque ya sabía lo que iba a pasar. 
En 45 minutos, el escritor nos encandiló con su simpatía y naturalidad. nos reímos, nos hizo pensar, nos contó dos cuentos y nos fuimos con una sonrisa, después de pasar un rato en familia y entre libros. Mi día ideal. Gracias Eloy Moreno.





Y como lo mejor del libro (ya lo he leído hoy saltándome las normas, por supuesto) son las propias palabras del escritor, aquí os dejo un trocito de la historia que nos contó. Un trocito de él mismo y de las grandes preguntas de su hija de cinco años, que es sencillamente precioso.
No dejéis de leerlo, queridas literaut@s



¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

Me preguntó de repente,
como quien pregunta qué altura está el cielo,
qué forma tiene el agua, 
o de qué color es el viento.

Son preguntas muy grandes
para alguien tan pequeña,
le dije sonriendo.

Agarré con fuerza sus manos y, 
mientras yo giraba sobre mi propio cuerpo,
comencé a levantarla del suelo.

Y giramos: ella gritando, yo riendo.
Y giramos: ella riendo, yo gritando.
Y giramos, y giramos, y giramos...

Ella sintiéndose segura,
sabiendo que no la soltaría.
Yo apretando en mis manos
lo que más quería en el universo.

Y fue en ese momento,
mientras le dábamos mil vueltas al mundo,
cuando le contesté:
la felicidad es esto.

(Fragmento de Cuentos para entender el mundo. Eloy Moreno)






martes, 11 de octubre de 2016

¡YA ES OTOÑO, EN TU...EJEM, EJEM!


Coño. Sí. Coño. Qué soez estoy hoy. Esta vez, la frase no es mía. Mi Mr. Big particular, se nos ha hecho poeta, ante cierto eslogan que va pululando por ahí durante estas fechas, que aunque se empeñen en el Corte Inglés en cambiar sus anuncios, la frasecita se nos ha quedado grabada por los siglos de los siglos. 
Esta vez, mira tú por donde, no puedo estar más de acuerdo. No penséis que me he vuelto loca. Ya sabéis de mi manifiesto aborrecimiento por el calor veraniego. Y, como ya enumeré en un post anterior, el sudor en ciertas partes del cuerpo, es uno de los motivos. Vestirse en verano es una puta mierda, pero peor es hacerlo en este veroño. VEROÑO : periodo estacional que comprende esos días en los que tienes tanto calor como para vestirte con un  ligero vestido veraniego  y sandalias fresquitas, pero ya no te ves de esa guisa y acabas embutiéndote en los vaqueros que no te caben después del atracón de helado que te has pegado en julio y agosto, lo que provoca que te sude hasta el chumino. Resumiendo: que es otoño por las fechas y no por lo que marca el termómetro.



Las mujeres, entre las que me incluyo, como somos masocas, debemos tener un chip de autodestrucción del vestuario de verano, porque en cuanto nos plantamos en el veintipico de septiembre, estamos tan deseosas de cambiar de vestuario, que seríamos capaces de sufrir una amputación de pies, antes de privarnos de estrenar ese par de botines preciosos de nueva temporada que nos acabamos de comprar. (El mío lo estrené hace dos días y al llegar a casa tenía los pies hervidos) ¡Ay qué ver lo subnormales que somos a veces! Pero sí, no lo puedo negar. Hoy cuando me he acercado a echar un ojo a la estación meteorológica como todas las mañanas a las 7.23 de los últimos 22 días, y  he visto que había descendido cuatro grados la temperatura, mi humor ha mejorado notablemente. Y al ver las nubecitas y el 70% de lluvia, mi engranaje cerebral se ha puesto en marcha inmediatamente: mientras desayunaba, ya estaba pensando en lo que iba a rescatar de mi vestidor de otoño. Es me me he quitado las legañas con ilusión y me he vestido con una emoción...



¡Yuhuuuuuuu! ¡Hoy no me sudan los pies! ¡se acabó la ración extra de desodorante! ¡mi cara no brillará como si me hubiese embadurnado mantequilla, en lugar de mi hidratante de tropecientos euros! Pero sobretodo, sobretodo...¡Ha llegado la hora de lucir mi lencería más sexy! 




Porque chicas...yo no soy de tangas. Así que con tanto pantalón fresquito y vestidito ligero, me he pasado todo el verano con bragas sin costuras para no marcar, o a lo Bridget Jones para esconder barriga. Y qué decir de los sujetadores... Todo el verano con camisetitas de tirantes, transparencias...todo muy mono...el envoltorio perfecto. Pero, ¿y lo de dentro? Una caca de vaca. 
Prescindir del sujetador no es una opción en mi caso: bajo mis tetas puedo sujetar no bolis, sino rotuladores permanentes. (Haz la prueba. Es la certificación de que la ley de la gravedad es implacable) Así que venga el sujetador sin tirantes, que te estrangula más que el pantalón en pleno atracón navideño. Y lo que es peor: de color visón. ¡¿Qué mierda de color es ese?! Nada de encajes ni de negros, granates, azules...ni siquiera blancos. Hay que conformarse con visón.
Y ¿qué queréis que os diga? Por más mona que salgas de casa, yo por dentro sé que voy de visón, y  eso no me hace sentir nada sexy. Por eso,querid@s literaut@s, hoy celebremos con entusiasmo la llegada del otoño verdadero, el descenso de las temperaturas, que nos abre un abanico de posibilidades de vestuario, exterior e interior que hará las delicias de nuestros familiares, amigos y vecinos de la finca de enfrente. A sacar los botines, los pantalones de pitillo y los sujetadores push up con lacitos y las bragas negras de encaje..
...porque el otoño, también ha llegado a                                                                                                                          nuestro coño.








miércoles, 28 de septiembre de 2016

LAS CANAS NO SON COMO LAS CUCARACHAS


 Después de este título tan explicativo, queridas literaut@s, os preguntaréis ¿por qué las canas no son como las cucarachas? ¿Por qué a esta buena mujer se le ocurre tal comparación? La verdad que si alguna literaut@ me empieza a conocer o ya tiene el placer o la desgracia de hacerlo, sabrá cuan difícil es para mí siquiera, escribir la palabra cucaracha. Llamémosle repelús lo que siento por estos bichitos... o mejor bichejos. (Repelús que igual es miedo o fobia enfermiza del tipo escalofríos recorren mi cuerpo)
Poniendo las cartas, o las fobias, sobre la mesa, podréis llegar a entender como coño anoche se me ocurrió este post. ¿Quién en su sano juicio (nunca he dicho que lo estuviera), mientras intenta conciliar el sueño, piensa en las putas canas que asoman a su abundante cabellera y se le cuelan en el subconsciente las cuquis (ya no soy capaz de escribir la palabra entera)?
Pues yo. Y está meridianamente claro. Mi malestar al mirar esos pelitos blancos que despuntan aquí y allá, es proporcionalmente igual de intenso al ataque de pánico irracional que acomete mi cuerpo ante la visión de determinado insecto. Y he ahí que el subconsciente es sabio. Sabio, o un poco despistado y al sacar del cajón la imagen correspondiente confundió canas con cucarachas. Y no creo que estén juntas por la letra por la que empiezan. Creo que el subconsciente es más de ordenar en base a las categorías y no al abecedario. 
Y he aquí, ahora sí,  la respuesta a la pregunta. La explicación de la afirmación del título. Me vino a la mente el eslogan...y sí...las canas nacen, se reproducen...¡pero no mueren las jodías!
Se reproducen, reproducen, reproducen... Hay que joderse. 
 Pero morir no las matas ni queriendo ni sin querer. Con lo que avanza la ciencia y no pueden inventar algo. Un producto para hacerlas desaparecer. O al menos un decrecepelo. Sí, sí, para que no crezca tanto y tan rápido coño, que al mes ya tengo dos centímetros de raíz. Todo crecepelos, todo para los calvos. A ver..., qué me dan toda la peña del mundo los pobres, pero ¡¿no ven que no sirve para nada?!  Pues a diversificar las investigaciones científicas. Inviertan el proceso señores científicos. Aunque pensándolo bien igual ya está inventado el champú decrecepelo, pero por no crear una ecatombe económica tienen la fórmula mágica guardada bajo llave. Las peluquerías irían a la quiebra, y como hay tantas... ¡las colas que se formarían en el INEM!
¡Ay! (Suspiros de España por mis canas)
 Así que al final, anoche una cosa llevó a la otra, y me dormí pensando en cucarachas y no en cuadrar mi agenda para visitar a mi peluquera, ahora amenazada por los descubrimientos científicos. Pesadillas claro...eso es lo que he conseguido. Así estoy ahora escribiendo a las 7 de la mañana, porque un insecto se ha encargado de despertarme antes de tiempo y fastidiarme esos veinte minutos de gloria, en los que duermes y no duermes con la mano en el despertador.
Buenos días tengan queridas literaut@s...con canas o si ellas, pero siempre SIN cucarachas.

domingo, 28 de febrero de 2016

COCINA, EL MAR... Y MARTINA Y PABLO














Queridas literaut@s, de nuevo  necesito compartir mis libros especiales con vosotr@s. Y estos lo son, y mucho.
Abrir un libro de Elísabet Benavent, y abrirte a él, es como lanzarse a lo desconocido. No sabes con que vas a encontrarte al abrirlo, pero sí sabes que el vuelo no será sencillo y que te esperan unas cuantas turbulencias por delante. En este caso no iba a ser menos, y  ya me he vuelto fan incondicional de la autora por siempre jamás.

Para no llenar la reseña de spoilers, porque es difícil decir de qué va la historia sin decir nada que pueda estropear una futura lectura a alguien, intentaré centrarme en lo que los libros me han hecho sentir y no entrar mucho en materia. Solo dejaros claro que son dos libros que recomiendo mucho. 
La autora trata algunos temas delicados, como la maternidad y sus dudas y los desarrolla con una verdad tal, que toca muchas fibras sensibles. 

Martina es chef, una reina del control que tiene todo medido y controlado en su vida. Pablo Ruiz es un genio de la cocina. Regenta el conocido restaurante de El mar, y como todos los genios tiene un carácter complicado. Enamora y da miedo por igual. El resto no os lo cuento. Abrid el libro y leed. Ya os podéis imaginar si habéis leído algún libro de la autora, que abundarán los personajes secundarios inolvidables y que la historia no os dejará precisamente frías.Y es que los secundarios no lo son como tal, sino que cada uno tiene su puesto de honor en la historia, convirtiéndose en protagonistas en muchos momentos. Todos y cada uno de los personajes te roba una parte de ti, y a la vez te regala algo a cambio. 
Lo especial de Elísabet Benavent es la intensidad con la que dota a sus historias, sumado a las potentes y diferentes personalidades que otorga a cada uno de los personajes que aparecen en sus novelas. Es capaz de convertir lo cotidiano en especial y único, y tiene además la  habilidad de sumergirte en la historia haciendo que la sientas muy tuya. Tu eres Martina, Silvia, Lola, Amaia, Carmen...y un largo etcétera. Te funde con los personajes de forma magistral.  Con cada historia que nos regala me deja aún más tocada.

La semana pasada acabé Martina en tierra firme, la segunda parte de esta saga, con lágrimas en los ojos, tras un epílogo especial como lectora de todos sus libros, con guiños a otro de sus personajes importantes, Valeria, y que te deja con ganas de más. El final de la bilogía es genial, y  ahonda en muchos de los miedos más comunes de los seres  humanos. No deja herida sin hurgar. te toca todas esas teclas que hacen que te remuevas por dentro.  Si el amor de los personajes es más grande que el mar...estos libros también lo son.

La narración de Elísabet es  poesía. No puedes perderte una línea porque no sabes dónde estará escondida la siguiente frase especial.  En un pensamiento, en un párrafo, o en cualquier diálogo del libro encontramos esas palabras especiales que tocan nuestra fibra sensible. Que te encojen el estómago y te hacen levantar la vista del libro y suspirar.  Te cae el lagrimón y al minuto siguiente te estas descojonando de la risa. Sabe mezclar perfectamente humor e intensidad regalándonos un sinfín de momentos inolvidables. Quiero destacar que estos dos libros están redactados, como siempre en la autora, en una  narrativa reflexiva, escrita en primera persona, como aquel que le cuenta su vida a un amigo, dirigiendose al lector con confianza, y que esto le da un punto muy interesante a la trama.

Una vez más Elísabet Benavent nos regala a unos personajes que ya se convierten en nuestros amigos para toda la vida. Una historia plagada de amor y desamor, de humor, de realidad, de amistad... Dos novelas reales como la vida misma y que os animo a que leais literaut@s.

sábado, 20 de febrero de 2016

30+8


   Ha llegado el ocho. Tengo un ocho detrás del tres. Un 3 y un 8...o sea se 38. El reloj hace tic-tac, tic-tac. Me acerco irremediablemente a los 40. En un día como hoy, en el que me faltan 731 días para ser cuarentañera (que no cuarentona, me niego en rotundo), me temo que, también irremediablemente, todo cae...por su propio peso. Y no tiene solución, a no ser que haga un maratón de gimnasio o me contraten para la portada del wo-Men's Health como al Bertín Osborne, que en dos meses lo van a dejar más musculitos que a Supermán. 
   Todo cae, querid@s literaut@s. La cara, por ejemplo, y mis fabulosos pómulos. Por más que estiro la piel delante del espejito, el mío de mágico no tiene nada. Cuando la piel empieza a descolgarse...u optamos por quirófano y parecemos momias como la Lomana que no puede ni vocalizar, o nos resignamos y conformamos con la naturalidad de un perro pachón. Me molan los pachones, que queréis que os diga. 
Y las tetas... la ley de la gravedad también hace mella en ellas. Esos pechos turgentes de antaño han pasado a mejor vida. La lactancia, los embarazos y esa... manía... que tenemos algunas de rebotar de una 40 a una 46 y viceversa, como en un partido de Nadal-Federer, que no acaba nunca, hacen que: uno...lleve ya perdidas dos tallas de sostén, y dos...mis tetas están condenadas para siempre a no volver a mirar al frente.
    Todo cae, hasta esas cosas que dejamos en el tintero por los miedos, los propios y los de extraños. Al final las cosas caen por su propio peso. Si uno es un ladrón, al final la policía lo pillará robando; si uno es escritor, las musas lo pillarán escribiendo, más tarde o más temprano. Y estas cosas...sí que es mejor que caigan...no como las tetas. 
   Así que, si estoy en la cama, como ahora, y me sobrevuelan estas ideas por la cabeza... Si tengo que levantarme a coger lápiz y papel, porque el cosquilleo de pies no me deja dormir... si me pilla la inspiración y necesito contar, decir, hablar... ¿¿¿¿¿eso significa que soy un poco (o un mucho, que luego mi profe me riñe por no valorarme lo suficiente) escritora???? RECTIFICO.....Es una afirmación. Eso significa que soy escritora. A veces no me lo creo. A veces saboteamos nosotros mismos lo que queremos hacer o conseguir. Porque da más miedo conseguirlo, que fracasar en el intento. Porque incluso cuando todo sale como uno espera, la vida cambia, nuestro alrededor muta, se transforma, y eso asusta más que decepcionar a los demás y a uno mismo. Estamos más cómodos en nuestra zona de confort, calentita, cómoda y a veces llena de mierda. Porque es nuestra mierda, la que conocemos. 
Hago público mi propósito de salir de mi zona de confort en más ocasiones, de lanzarme al vacío, de no pensar tanto, de dejarme ir en el papel, de mostrar al mundo como soy para que me conozcáis y de paso conocerme yo, yo misma y mis 38.
El reloj hace tic-tac, tic-tac. Y el mío no es biológico (ese ya lo he pasado de tuerca). Es ahora cuando me toca dar cuerda de nuevo a ese reloj que ha estado parado durante años. Engrasar la maquinaria de los sueños, los propósitos... Puede que lo que escriba no se publique jamás. Puede que solo vosotr@s seáis mi fiel público, querid@s literaut@s (que ya es mucho). Pero voy a escribir. Para que todo caiga por su propio peso. Porque tengo 38, y soy...eso....escritora.

viernes, 1 de enero de 2016

¿CÓMO QUE A QUÉ HUELEN LAS NUBES?



¿Como que a qué huelen las nubes? Niña Peña Pitarch
"Cuatro hermanas separadas por las circunstancias y en un momento decisivo de sus vidas, se reúnen para cumplir con la última voluntad de su madre. Ser llevada junto a su amante en un acantilado de Escocia.En el viaje se reencuentran unas a otras, acaban de dar sentido a sus vivencias, toman nuevas decisiones importantes y se reconocen a si mismas como personas, como hermanas y como mujeres."

  Me encantan los libros escritos en primera persona, y, de hecho me encanta escribir en primera persona, como confeccionando un diario de mi vida, que es la vida de mi personaje. Así puedo ser la puta, la santa, la amiga loca, la madre, la hija... Puedo ser muchos yos y ponerme en el lugar de otros con más facilidad. Nina Peña ha contado la historia de sus personajes en primera persona, como si cada una de las cuatro hermanas protagonistas escribiera un diario personal. Las narraciones se alternan y se suceden con el transcurrir de los capítulos, y las cuatro van relatando sus vidas, sus miedos, se abren al lector@ en canal, mientras la historia avanza paralelamente a su transformación personal. Por unas u otras razones, las protagonistas se encuentran en una encrucijada de sus vidas. Todas se enfrentan a la pérdida y reaccionan ante ella de forma distinta. La pérdida del trabajo. La pérdida de un matrimonio idílico y una vida glamurosa. La pérdida de la seguridad que da tener dos casas, un marido y unos hijos, aunque no sea suficiente. La pérdida de la propia autoestima y el temor de no recuperarla. La pérdida de un amor de los buenos por no saber mirar a los ojos al puto miedo. Y juntas se enfrentan a una pérdida común: la muerte de su madre.
  Pérdidas. la vida está llena de ellas, ¿no os parece? Y son necesarias. Es necesario que se nos caiga la vida, y nosotr@s con ella, para poder rehacernos. Como escribe Eloy Moreno en El Regalo "es necesario que [la vida] se rompa en mil trozos para que, en el momento de recogerlos, sepamos cuantos debemos dejar en el suelo abandonados" 
  Cuantas vidas se construyen sobre cimientos equivocados. Cuantas decisiones se toman por convencionalismos sociales,  por lo que opinan los demás, por miedo o por motivos erróneos. ¿Podemos construir nuestra vida sobre cimientos tan frágiles? Un hilo muy fino nos sostiene y nos guía. Es más fácil dejarse llevar, pero más valiente cortar el hilo y hacer lo que realmente uno quiere ... si se consigue reunir el valor de mirar en el interior de uno mismo y averiguarlo. Nuestras protagonistas, Espe, Fe, María y Pity, deben mirar dentro de si mismas, conocerse, redescubrirse..., poder sacar las tijeras y cortar ese hilo fino que las sujeta a la vida que deberían tener, para buscar la vida que de verdad quieren tener.
  Como lector@s, somos testigos de su renacimiento como mujeres nuevas y nos vemos reflejad@s en ellas. Su historia te atrapa, te remueve, te hace plantearte cosas...te toca el corazón. 
Después de terminar este libro, hay en mí un poquito de las cuatro. Deseo dedicarme a escribir más, como María. Veo que debería trabajar menos, como Pity. Sé que tengo que alimentar con mucho amor una relación de muchos años, como Espe. Y que los bienes materiales no me hacen tanta falta, como bien comprueba Fe.
  Esto es lo que convierte un libro en un buen libro. Éste ya está en mi cabecera, y apunto a su nobel autora en mi lista de preferidos. Os lo recomiendo literaut@s.