Esta semana Sarah Jessica Parker ha cumplido 50 añazos repletos de glamour, de manolos y de cosmopólitans con amigas. Y es que la actriz va a quedar unida para siempre a su personaje más carismatico y conocido: Carrie Bradshaw, la escritora y columnista neoyorquina, que luce palmito y soltería por Nueva York, buscando a su hombre, siempre del brazo de sus tres queridas amigas Samantha, Charlote y Miranda. ¿Quien no ha visto aunque sea un capítulo de Sexo en Nueva York? ¿Quién no se ha hecho casi pis de la risa con las salidas de tono de Samantha y su completa ausencia de pelos en la lengua? ¿O no ha alucinado con las aventuras y desventuras para encontrar marido de la puritana Charlotte?
La verdad es que en esta serie lo mejor eran los diálogos socarrones, y algunas de sus teorías sobre el sexo masculino no tienen desperdicio. Supongo que entre la liga, la champions y la madre que lo parió, ellos también sacan tiempo para hablar de nosotras, pero dudo que lo hagan con tanto arte como las chicas de Sexo en Nueva York. Echad un ojo a youtube, y veréis lo que quiero decir. Los guionistas, creo yo, deben ser mujeres, porque las conversaciones no tienen desperdicio.
Y es que ELLOS, son en la mayoría de los casos nuestro tema de conversación. Ya sea para hablar del polvazo o el gatillazo del sábado, de las migas del desayuno o de los calzoncillos tirados por ahí o del buenorro del vecino del quinto. ellos van a salir en la conversación, para bien o para mal. Para alabarlos o para ponerlos más verdes que la rana gustavo, ellos siempre monopolizan nuestra conversación. ¿Por qué? Porque le damos demasiadas vueltas. Porque mientras que ellos ante un comentario, situación, llamada de atención, crítica o lo que sea, dedican unos segundos de su tiempo a reflexionar y extraer la conclusión, sea acertada o no..., pues nosotras, con nuestro retorcido cerebro femenino, somos capaces de debatir durante horas y analizar hasta la saciedad, por ejemplo, porque no bajan la tapa del water. Conclusión: estamos condenadas a aguantarnos. AJO Y AGUA. Sí, sí, sí y sí. A ver,...un claro ejemplo: Después de levantarme día tras día a las 7.30 de la mañana y limpiar, día tras día, medio sonámbula, las migas del banco de la cocina que me deja mi marido cuando desayuna y se hace el bocata del almuerzo... Después de soltarle, día tras día, graciosas puyas, para evitar la confrontación, y ver que no se da por aludido..., un día va y te cabreas. Y le pides por favor que limpie las dichosas migas. Él, todo dulzura, te dice que a las 6 de la mañana va sonámbulo, y que le perdones. Y tú claro que lo perdonas. Pero yo me pregunto de que me sirve perdonarlo si día tras día, yo también sonámbula, sigo limpiando migas. Pero eh, tranquilas...hay que comprender que si se levanta a las 6 de la mañana y se cae de sueño tiene derecho a no limpiar migas. Yo, como tengo derecho a una hora más de sueño, tengo que recoger sus migas, las mías, las de los niños, hacer almuerzos, vestir niños, hacer camas, subir persianas, ventilar...y por supuesto ducharme y ponerme mona para ir a trabajar. Y ¡oh Dios mío, como un día se te peguen las sábanas (¡que crimen más inaceptable para una supermujer!), y te toque volar como una loca histérica por la casa para llegar a las nueve al cole como madre responsable que eres, y cometas un mísero y pequeñísimo error, como dejar tus bragas en un rinconcito del baño, u olvidar ese papelito (cabrón resbaladizo) del salvaeslip encima de la cama...TRANQUILAAAAS, que os lo recordarán. Y entonces es cuando nosotras que estamos, día tras día, recogiendo migas de la cocina, o pelos de la ducha, o bajando tapas del retrete, entre otras cosas, ES-TA-LLA-MOS. Y de ahí, de nuestra reacción de locas histéricas, es de donde nos viene la etiqueta de pesadas maniáticas. Y nuestra diferencia con ellos, ¿sabéis cual es? Que después de discutir ayer de sus migas y mis bragas, yo esta mañana me he asegurado de dejar todo aseadito para que no tuviera nada que reprocharme (Ay que tontas somos por favor). Y él...¿qué ha hecho él? Pues dejarme sus migas de recuerdo. HAY QUE JODERSE. ¿Le ha quitado el sueño verme enfadada, aunque fuera por una chorrada? Pues no. Y, sin embargo si yo hoy me hubiera tomado una cafelito con amigas, le habríamos dedicado al tema migas y bragas, al menos cuarenta y cinco minutos. Como hoy no he tenido la suerte de disfrutar de café de chicas, pues aquí os he dejado el post para confirmarme a mi misma y a vosotras literaut@s, que los hombres son de marte y las mujeres de venus, por los siglos de los siglos y amén.
Y aquí os dejo un regalito made in Sex on the city, para que comprobéis cual diferentes somos...buenas noches literaut@s.