domingo, 30 de octubre de 2016

PARA ENTENDER EL MUNDO...NECESITAMOS MUCHOS CUENTOS



 Sábado 29 de octubre.  Fin de semana otoñal con tintes de miedo, telarañas y calabazas. Yo, como soy de llevar la contraria, en vez de reservar entradas para la casa del terror, he guardado un huequito en mi agenda para llevar a mis hijos a una presentación literaria. Que no..., que aún no estoy loca. Mi Mr Big, no las tenía todas consigo, primero porque no es muy de libros, aunque rezume inteligencia, prefiere prensa y tele, y la literatura la deja para mi. Y, segundo, ¿los dos niños en una librería repleta, calladitos y sentados en la presentación de un libro? Pues eso, no hace falta decir más. ¡Escéptico!  ¡Incrédulo! No sabía que el as en la manga lo tenía yo guardado. El escritor era Eloy Moreno, carismático y divertido donde los haya. El libro, "CUENTOS PARA ENTENDER EL MUNDO 2" el nuevo fruto de su cosecha de autopublicación. Este nuevo proyecto personal del autor era de obligada creación, después del éxito de Cuentos para entender el mundo, con 20.000 ejemplares vendidos. Y la presentación era de obligada asistencia por mi parte, porque si voy a Toledo a seguir la ruta de su libro Lo que encontré bajo el sofá, ¿cómo no voy a acercarme a la librería Argot a quince minutos de mi casa?


  Hace dos años, sumida en una gran resaca literaria, tras leer "Lo que encontré bajo el sofá", dos veces seguidas de la pena que me dió acabarlo, arrastré a mi maridito a la España profunda, persiguiendo a Eloy y siguiendo su ruta por las calles de Toledo. Ayer, cogí a toda mi prole, y me los llevé para que ellos también pudieran escucharlo. El primer libro recopilatorio de cuentos, se lo regalé a mi hijo. Al principio, hubo emoción por la dedicatoria, y rebelión contra las instrucciones de uso del libro, porque era incapaz de leer un solo cuento al día.

Pero, al final, el libro de cuentos, acabó sepultado y perdido entre tablets, nintendos y legos. El libro cumplió su cometido, mi hijo y yo hablando de lectura y, ¡importante para padres! leyendo lo mismo. Por eso, no iba a desperdiciar la ocasión de repetir la hazaña. La primera reacción de sus 11 años fue decir ¡qué rollo, no quiero ir!, y por supuesto, su verguenza de 11 años le hizo afirmar que ni de coña iba él a hacer cola para que le dedicara el libro, que me lo firmara a mi que para eso lo había obligado a asistir a aquella tortura china. ¡Ay, otro escéptico e incrédulo! Va en sus genes, que le vamos a hacer. Y ¿el otro hombre de mi vida? Iba diciendo... yo no quiero estar aquí, que aburridoooooo, cuando se topó con una estantería repleta de libros de Star Wars, y de esa pasó a la Patrulla Perruna, como dice su padre, y acabó recorriendo y toqueteando toda la librería, antes de sentarse, modosito, en la silla, a disfrutar de la presentació, previo soborno con minilego micróscópico de 3,95€. ¡Todo llegará! Incluso hubo diez minutos que Eloy consiguió captar su atención y le hizo reír. Con eso me doy por satisfecha. Lo del mayor fue para darle de comer a parte. Pasó de estar mosqueado por asistir, a sostener el libro entre sus manos y hacer quince minutos de cola, ¡pacientemente!, para que le dedicara el ejemplar. ¡hay que joderse! Eloy Moreno hace magia. Mr Big flipaba y yo estaba muy pagada de mi misma, porque ya sabía lo que iba a pasar. 
En 45 minutos, el escritor nos encandiló con su simpatía y naturalidad. nos reímos, nos hizo pensar, nos contó dos cuentos y nos fuimos con una sonrisa, después de pasar un rato en familia y entre libros. Mi día ideal. Gracias Eloy Moreno.





Y como lo mejor del libro (ya lo he leído hoy saltándome las normas, por supuesto) son las propias palabras del escritor, aquí os dejo un trocito de la historia que nos contó. Un trocito de él mismo y de las grandes preguntas de su hija de cinco años, que es sencillamente precioso.
No dejéis de leerlo, queridas literaut@s



¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

Me preguntó de repente,
como quien pregunta qué altura está el cielo,
qué forma tiene el agua, 
o de qué color es el viento.

Son preguntas muy grandes
para alguien tan pequeña,
le dije sonriendo.

Agarré con fuerza sus manos y, 
mientras yo giraba sobre mi propio cuerpo,
comencé a levantarla del suelo.

Y giramos: ella gritando, yo riendo.
Y giramos: ella riendo, yo gritando.
Y giramos, y giramos, y giramos...

Ella sintiéndose segura,
sabiendo que no la soltaría.
Yo apretando en mis manos
lo que más quería en el universo.

Y fue en ese momento,
mientras le dábamos mil vueltas al mundo,
cuando le contesté:
la felicidad es esto.

(Fragmento de Cuentos para entender el mundo. Eloy Moreno)






martes, 11 de octubre de 2016

¡YA ES OTOÑO, EN TU...EJEM, EJEM!


Coño. Sí. Coño. Qué soez estoy hoy. Esta vez, la frase no es mía. Mi Mr. Big particular, se nos ha hecho poeta, ante cierto eslogan que va pululando por ahí durante estas fechas, que aunque se empeñen en el Corte Inglés en cambiar sus anuncios, la frasecita se nos ha quedado grabada por los siglos de los siglos. 
Esta vez, mira tú por donde, no puedo estar más de acuerdo. No penséis que me he vuelto loca. Ya sabéis de mi manifiesto aborrecimiento por el calor veraniego. Y, como ya enumeré en un post anterior, el sudor en ciertas partes del cuerpo, es uno de los motivos. Vestirse en verano es una puta mierda, pero peor es hacerlo en este veroño. VEROÑO : periodo estacional que comprende esos días en los que tienes tanto calor como para vestirte con un  ligero vestido veraniego  y sandalias fresquitas, pero ya no te ves de esa guisa y acabas embutiéndote en los vaqueros que no te caben después del atracón de helado que te has pegado en julio y agosto, lo que provoca que te sude hasta el chumino. Resumiendo: que es otoño por las fechas y no por lo que marca el termómetro.



Las mujeres, entre las que me incluyo, como somos masocas, debemos tener un chip de autodestrucción del vestuario de verano, porque en cuanto nos plantamos en el veintipico de septiembre, estamos tan deseosas de cambiar de vestuario, que seríamos capaces de sufrir una amputación de pies, antes de privarnos de estrenar ese par de botines preciosos de nueva temporada que nos acabamos de comprar. (El mío lo estrené hace dos días y al llegar a casa tenía los pies hervidos) ¡Ay qué ver lo subnormales que somos a veces! Pero sí, no lo puedo negar. Hoy cuando me he acercado a echar un ojo a la estación meteorológica como todas las mañanas a las 7.23 de los últimos 22 días, y  he visto que había descendido cuatro grados la temperatura, mi humor ha mejorado notablemente. Y al ver las nubecitas y el 70% de lluvia, mi engranaje cerebral se ha puesto en marcha inmediatamente: mientras desayunaba, ya estaba pensando en lo que iba a rescatar de mi vestidor de otoño. Es me me he quitado las legañas con ilusión y me he vestido con una emoción...



¡Yuhuuuuuuu! ¡Hoy no me sudan los pies! ¡se acabó la ración extra de desodorante! ¡mi cara no brillará como si me hubiese embadurnado mantequilla, en lugar de mi hidratante de tropecientos euros! Pero sobretodo, sobretodo...¡Ha llegado la hora de lucir mi lencería más sexy! 




Porque chicas...yo no soy de tangas. Así que con tanto pantalón fresquito y vestidito ligero, me he pasado todo el verano con bragas sin costuras para no marcar, o a lo Bridget Jones para esconder barriga. Y qué decir de los sujetadores... Todo el verano con camisetitas de tirantes, transparencias...todo muy mono...el envoltorio perfecto. Pero, ¿y lo de dentro? Una caca de vaca. 
Prescindir del sujetador no es una opción en mi caso: bajo mis tetas puedo sujetar no bolis, sino rotuladores permanentes. (Haz la prueba. Es la certificación de que la ley de la gravedad es implacable) Así que venga el sujetador sin tirantes, que te estrangula más que el pantalón en pleno atracón navideño. Y lo que es peor: de color visón. ¡¿Qué mierda de color es ese?! Nada de encajes ni de negros, granates, azules...ni siquiera blancos. Hay que conformarse con visón.
Y ¿qué queréis que os diga? Por más mona que salgas de casa, yo por dentro sé que voy de visón, y  eso no me hace sentir nada sexy. Por eso,querid@s literaut@s, hoy celebremos con entusiasmo la llegada del otoño verdadero, el descenso de las temperaturas, que nos abre un abanico de posibilidades de vestuario, exterior e interior que hará las delicias de nuestros familiares, amigos y vecinos de la finca de enfrente. A sacar los botines, los pantalones de pitillo y los sujetadores push up con lacitos y las bragas negras de encaje..
...porque el otoño, también ha llegado a                                                                                                                          nuestro coño.