jueves, 23 de abril de 2015

MEJOR EN PAPEL...

Palabras tengo muchas. Tantas que a veces se me desbordan por el papel. Salen a propulsión y mis dedos por el teclado no alcanzan a mi cabeza (tendré que hacer un curso de mecanografía). Generalmente salen de mi boca disparadas, y si es delante de un café o una cerveza, a mi interlocutor le cuesta seguirme. Vamos, que soy una habladora de libro. Y además hablo rápido. Mis amigos pueden dar fe. Pero cuando se trata de sustituir ese amigo o ese café por un público... Uff! Me tiemblan las piernas, me sudan las manos, el sobaquillo... y las tripas se me revuelven. Si el público es muy importante hasta me entran cagaleras. Así comprenderéis porqué aparqué las oposiciones, y nunca he podido sacar buena nota en ningún examen oral. Sin embargo, actuar en una obra de teatro, en un escenario, aunque estoy igual de nerviosa, no me impone ni la mitad, porque no soy yo, soy el personaje. Creo que hoy voy a actuar un poco, porque es uno de esos días en los que me toca hablar delante de gente, y ya se me comprimen los intestinos de pensarlo...(bueno, igual es el café y el cigarro...). El nuevo libro de Relatos de Almazora 2015 se presenta hoy a las 19:30 en la Casa de la Cultura, la antigua Camara Agraria. Y como formo parte del elenco local de escritores participantes,como en la edición del año pasado, no me queda otra que decir unas palabritas. Tengo el estómago atenazado de nervios.  Menos mal que en Almazora también tenemos glamour, y nos han puesto límite de tiempo como en los Oscar. El cronómetro es benevolente conmigo y sólo tengo que hablar durante un minuto. Un minuto que presiento que se me hará eterno. Así que literaut@s deseadme mucha mierda, valor y al toro, o lo que sea que se diga en estos casos.

domingo, 12 de abril de 2015

DOMINGO EN EL PARQUE

El parque no está muy concurrido. Es domingo, el día y la hora ideal para las siestas sin fin y las sobremesas interminables delante de un cubata con vaso ancho, mucho hielo y una fina rodaja de limón. Apenas hay cuatro madres haciendo la digestión al sol que fuman transgrediendo la ley antitabaco, mientras sus hijos juegan escandalosamente en los columpios. Unos jóvenes se sientan en una zona ligeramente apartada, bajo los porches, resguardados de miradas indiscretas. Hace unos veinte años pensaríamos que están comiendo pipas, pero hoy sabemos que si se esconden no será para nada bueno. Una anciana curiosa y algo desequilibrada, cruza la plaza cantando una canción popular de San Vicente y les xiques guapes . El blanco de su vestimenta hace resaltar su pelo rizado y teñido de rojo, y mientras desafina saluda a las madres alegremente haciéndolas reír a carcajadas. Da la impresión de ir bebida, aunque ella solo bebe agua, pero sigue su camino cantando para quien quiera oírla, ondeando su lema al viento: A quien le pique que se rasque, que yo soy feliz. Un coche de la nacional rodea la plaza a diez kilómetros por hora. Las madres tiran los cigarrillos. No tienen ganas de que las tachen de madres irresponsables ni de que les caiga una multa que les fastidie el presupuesto de la compra de la semana. Siguen con la vista al coche de policía que vuelve a dar la vuelta a la plaza y se para en un lateral, justo a su espalda. Cuando se oye el golpeteo de las puertas del vehículo oficial, y bajan los dos hombres de uniforme, las cuatro mujeres entran en modo alerta. Pero los policías no persiguen fumadoras, por más empedernidas que sean, persiguen fumetas. Y se dirigen hacia los porches, con calma, sigilosamente, con ese semblante serio y ese porte que solo les da el uniforme. No deben tener más de 25, pero enfundados en la piel del uniforme azul, pisando fuerte en sus botas y con el arma al cinto, saben que tienen el respeto de hombres de 60. Las cuatro madres pasan al modo cotilleo. Una se acerca con su bebé de un año en brazos a la fuente, y enciende el chorro con la excusa de distraer al niño, pero el chorro cae y cae, y la mujer no mira a su hijo que se inclina observando el agua, sino a los policías que hablan con los jóvenes fumetas, intentando escuchar algún retazo de la conversación. Las otras mujeres elucubran abiertamente, mirando con descaro. La palabra marihuana flota por el aire hasta sus oídos, confirmando sus sospechas, porque ellas son muy perspicaces y ya saben de que va el tema. Un policía acompaña amablemente a uno de los jóvenes hasta su coche, para proceder, guantes en mano, a un exhaustivo registro en busca de la hierba prohibida. Registra todo el coche, mientras el sudor perla la frente del propietario fumeta, que observa resignado como busca en la guantera, bajo las alfombrillas, en los laterales de las puertas, el maletero,...hasta en los bajos del vehículo. Las madres fumadoras cuchichean sin perder detalle de la actuación policial. Sin perder detalle de los movimientos concienzudos del policía nacional, que busca y rebusca, inclinando su cuerpo para mirar bajo los asientos. 
Sin perder detalle...del tremendo culo que tiene el policía, ¡que coño! ¡Menudo panorama! Eso son cuerpos de seguridad del estado, pero menudos cuerpos de uniforme. ¿¿¿¿Qué tienen los hombres de uniforme que hasta a la más recatada se le altera la sangre y está dispuesta a ponerse contra la pared, abrir ligeramente las piernas (he dicho ligeramente...) y dejarse cachear, desde la cabeza hasta el dobladillo de los pantalones de campana???? Los uniformes es lo que tienen...vemos a esos hombres uniformados y se nos van los ojos y ya nos imaginamos que son todos como Álex González o José Coronado en El Príncipe, luchando contra el crimen, con sus cuerpazos sudorosos, pero que siempre huelen bien, protegiendo a la chica, que siempre somos nosotras, y luciendo masculinidad por donde pasan. ¡Ay chicas! casi que me vuelvo al parque a enchufarme un pitillo, a ver si pasan esos dos de uniforme y deciden perseguir madres fumadoras irresponsables en vez de fumetas. Menos mal que el martes empieza la nueva temporada de El Príncipe, y podré darme un buen baño de cuerpos en uniforme. Buenas noches literaut@s y como dice Marga, la que siempre canta feliz, que paséis un buen día de San Vicente, el patrón de las chicas guapas.

sábado, 4 de abril de 2015

EN PRIMAVERA...LO PASO DE MIEDO.

Me acerqué sigilosamente con el arma en la mano. El corazón me retumbaba y me pitaban los oídos. Un sudor frío empezó a extenderse por la frente y la espalda y me temblaban descontroladamente las manos. Estaba completamente acojonada. Posé mi temblorosa mano sobre el pomo de la puerta del armario y me aferré a él, con los dedos crispados, reuniendo el valor para abrir. Respiré hondo y conseguí abrir un escaso centímetro la puerta del armario y rápidamente disparé. Disparé el insecticida y volví a cerrar de golpe. Salí corriendo despavorida cerrando tras de mí la puerta de la galería y la de casa y me subí al coche huyendo de allí, asegurándome así de que la tremenda, gigante, horrorosa y atemorizante avispa utilizara sus superpoderes de insecto, para abrir la puerta del armario de la limpieza en el que la había encerrado, la puerta de la galería, y ya de paso la de la casa, para perseguirme hasta los confines de la tierra. 
   Sí, sí...reíros, os doy permiso...si yo luego me descojonaba...Pero cuando te da miedo algo, ese miedo te hace hacer cosas sin sentido. Porque yo soy consciente de que mido 1,69  y de que una avispa de dos centímetros no puede conmigo, pero mi pavor a las avispas en particular, y a los insectos en general, me supera. La dejé allí dentro hasta el día siguiente, para asegurarme de que estaba muerta, y hasta que llegó mi marido para desalojarla del lugar. ¿Que os creíais? Yo ese armario no lo vuelvo a abrir hasta que no certifique la muerte...y hasta la autopsia del bicho si te descuidas...no sea que pase como en la peli de anoche en la que Belén Rueda se levantaba de entre los muertos. Yo no fui capaz de verla, por supuesto, con lo cagada que soy, de noche, y solita en el salón de casa...ni de coña. A los primeros compases de musiquita de miedo, y al primer apagón de luz, hice zapping como alma que lleva el diablo. Ni por el Hugo Silva con gafas me quedé a verla. ¡Que se le va a  hacer! es que soy una miedosa de cuidado. Nada de bichos ni de pelis de miedo esta primavera...que la sangre altera, sea de humano o de insecto, así que no nos queda otra que aprovechar estas fabulosas temperaturas y disfrutar del buen tiempo, mirando a nuestro alrededor por lo que pueda venir volando. Cómo dice Rita, el caloret del verano parece que ha llegado y por estas tierras del mediterráneo, el entretiempo brilla por su ausencia.
 Así que inundemos las terracitas para el aperitivo, la cervecita o el café. Por cierto, mal asunto si queremos dejar de fumar. Yo creo que lo voy a aplazar. Porque terrazas y abstinencia de nicotina no hacen buenas migas. En Noruega lo tienen más fácil para evitar los humos, la verdad. Pero no hay mal que por bien no venga porque ¿no dicen que el humo espanta a los insectos? pues yo voy a llenarme el vasito de martini y a empalmar un cigarrito con otro para ahuyentar a visitantes indeseados...y que me las traigan
¡Felices Pascuas literaut@s! Que tengáis unas vacaciones llenas de sol, playa, martinis con aceituna y pantalones arremangados para pescar los rayitos de Lorenzo, pringadas de crema solar para no achirrarrarnos, y preparadas para salir corriendo ante el ataque de la avispa asesina.