martes, 11 de octubre de 2016

¡YA ES OTOÑO, EN TU...EJEM, EJEM!


Coño. Sí. Coño. Qué soez estoy hoy. Esta vez, la frase no es mía. Mi Mr. Big particular, se nos ha hecho poeta, ante cierto eslogan que va pululando por ahí durante estas fechas, que aunque se empeñen en el Corte Inglés en cambiar sus anuncios, la frasecita se nos ha quedado grabada por los siglos de los siglos. 
Esta vez, mira tú por donde, no puedo estar más de acuerdo. No penséis que me he vuelto loca. Ya sabéis de mi manifiesto aborrecimiento por el calor veraniego. Y, como ya enumeré en un post anterior, el sudor en ciertas partes del cuerpo, es uno de los motivos. Vestirse en verano es una puta mierda, pero peor es hacerlo en este veroño. VEROÑO : periodo estacional que comprende esos días en los que tienes tanto calor como para vestirte con un  ligero vestido veraniego  y sandalias fresquitas, pero ya no te ves de esa guisa y acabas embutiéndote en los vaqueros que no te caben después del atracón de helado que te has pegado en julio y agosto, lo que provoca que te sude hasta el chumino. Resumiendo: que es otoño por las fechas y no por lo que marca el termómetro.



Las mujeres, entre las que me incluyo, como somos masocas, debemos tener un chip de autodestrucción del vestuario de verano, porque en cuanto nos plantamos en el veintipico de septiembre, estamos tan deseosas de cambiar de vestuario, que seríamos capaces de sufrir una amputación de pies, antes de privarnos de estrenar ese par de botines preciosos de nueva temporada que nos acabamos de comprar. (El mío lo estrené hace dos días y al llegar a casa tenía los pies hervidos) ¡Ay qué ver lo subnormales que somos a veces! Pero sí, no lo puedo negar. Hoy cuando me he acercado a echar un ojo a la estación meteorológica como todas las mañanas a las 7.23 de los últimos 22 días, y  he visto que había descendido cuatro grados la temperatura, mi humor ha mejorado notablemente. Y al ver las nubecitas y el 70% de lluvia, mi engranaje cerebral se ha puesto en marcha inmediatamente: mientras desayunaba, ya estaba pensando en lo que iba a rescatar de mi vestidor de otoño. Es me me he quitado las legañas con ilusión y me he vestido con una emoción...



¡Yuhuuuuuuu! ¡Hoy no me sudan los pies! ¡se acabó la ración extra de desodorante! ¡mi cara no brillará como si me hubiese embadurnado mantequilla, en lugar de mi hidratante de tropecientos euros! Pero sobretodo, sobretodo...¡Ha llegado la hora de lucir mi lencería más sexy! 




Porque chicas...yo no soy de tangas. Así que con tanto pantalón fresquito y vestidito ligero, me he pasado todo el verano con bragas sin costuras para no marcar, o a lo Bridget Jones para esconder barriga. Y qué decir de los sujetadores... Todo el verano con camisetitas de tirantes, transparencias...todo muy mono...el envoltorio perfecto. Pero, ¿y lo de dentro? Una caca de vaca. 
Prescindir del sujetador no es una opción en mi caso: bajo mis tetas puedo sujetar no bolis, sino rotuladores permanentes. (Haz la prueba. Es la certificación de que la ley de la gravedad es implacable) Así que venga el sujetador sin tirantes, que te estrangula más que el pantalón en pleno atracón navideño. Y lo que es peor: de color visón. ¡¿Qué mierda de color es ese?! Nada de encajes ni de negros, granates, azules...ni siquiera blancos. Hay que conformarse con visón.
Y ¿qué queréis que os diga? Por más mona que salgas de casa, yo por dentro sé que voy de visón, y  eso no me hace sentir nada sexy. Por eso,querid@s literaut@s, hoy celebremos con entusiasmo la llegada del otoño verdadero, el descenso de las temperaturas, que nos abre un abanico de posibilidades de vestuario, exterior e interior que hará las delicias de nuestros familiares, amigos y vecinos de la finca de enfrente. A sacar los botines, los pantalones de pitillo y los sujetadores push up con lacitos y las bragas negras de encaje..
...porque el otoño, también ha llegado a                                                                                                                          nuestro coño.








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