miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA COBRA, LA COBRA...¡LA MADRE QUE LO PARIÓ!


  OT. El Concierto. El punto final a tres domingos seguidos de nostalgia, de recuerdos y de volver a mis veintipocos. Esos en los que nos reuníamos frente a la tele, para ver el primer reality de nuestra vida. Y será que la novedad lo es todo, porque después de la primera edición de OT, (y la de Gran Hermano, of course) el resto ha sido porquería. O es que yo he desarrollado un rechazo total a los reality. Yo creo que Operación Triunfo me pilló en un momento de happy flower: primer trabajo, primera (y única) pareja seria, los felices 20... Todo era de color de rosa, y estaba todo lleno de unicornios, purpurina y pajaritos cantando. Así que, básicamente, me pasé todo el programa emocionada con las posibles e imposibles parejas que iban a gestarse en la Academia. ¡Ay!, esas miradas, esos roces, esos susurros...¡la música era lo de menos, qué cojones! A no ser que fuera un dueto chico-chica, claro. Gisela y Bustamante, Tenorio y la Fergó...y, la pareja por excelencia, la que no necesita presentación: Chenoa y el gilipollas de Bisbal. Sí, señores, fueron la pareja de España. Y sí, ha quedado claro que no me trago al ricitos. Lo siento si entre vosotr@s hay algun@ que es súper fan, pero no puedo con él desde la primera vueltecita que pegó sobre el escenario. Y me molan muchas de sus canciones, ¿eh? Pero en un CD. Verlo a él en directo me hace vomitar, mira si le cogí manía. Hay cosas que no se pueden controlar. Y mi animadversión por Bisbal y sus gorgoritos es una de ellas. Y mucha culpa la tiene el chándal de Chenoa, que le vamos a hacer...verla con ese careto, moqueando y con ese vestuario... sólo le faltaba el bol de helado de kilo y medio y la cajita de kleenex, ¡por Diorrrrrrr!

 ¡Qué horror de ruptura, con público escarnio incluido! Eso ya no se lo pude perdonar al chico. Y ahí, si Chenoa ya era mi preferida para ganar el concurso (Rosa no sabía hablar,  Bustamante sólo llorar y Bisbal girar),  en aquel momento, se convirtió en mi martir. Soy carne de los medios, que le voy a hacer. Soy la telespectadora más previsible del mundo. Total, que si los eto e increible, los rizos arriba y abajo, la vueltecita y el corazón latino, ya me generaban rechazo, su conversión en rompecorazones destrozachenoas me provocó odio. No odio de enviarle anónimos, a ver si me meto en un fregao...pero si de hacer zapping. No podía resistirlo. Cambiaba de canal en cuanto asomaban sus rizos al viento.

Pero, como dicen algunos, todo pasa, y  el tiempo todo lo cura... Al mismo tiempo que Chenoa cambió el chándal por el éxito y por otros novietes, yo fui capaz de volver a ver a  Bisbal por la tele, sobretodo desde que se cortó el pelo. De hecho creo que es directamente proporcional. No sé que neurona tengo estropeada pero la mayoría de tíos con pelo largo me causan rechazo, yo que sé porqué. 
He de reconocer que, incluso, estos últimos años, había llegado a admirarlo, por esa carrera estupendísima. Si era tan famoso internacionalmente, ¿quien era yo para menospreciarlo?
 
Y llegó La Voz... Y, a Dios pongo por testigo, que intenté controlarme... Pero si llega a repetir de coach otra edición, juro que me borro del programa. ¡Que cansino! Aunque... lo he seguido respetando, profesionalmente hablando, y principalmente porque se come paellas con Alejandro Sanz, y para mi Alejandro es lo más.

Hasta ayer. ¡HASTA AYER! Una y no más. Porque Bisbal ayer me jodió la noche. ¡Quince años! Quince largos años aborreciéndole y al mismo tiempo esperando. Esperando una madurez, un cambio por su parte, una reacción... Y NADA. Este tío es tonto. Quince años esperando,  y una noche que prometía mítica, se cubrió con tintes de tragedia. Hubo que esperar 15 largos años y un sinfín de actuaciones mediocres, entre ellas la de Juan Camus, para llegar al punto álgido del concierto: ese que tampoco necesita presentación porque tod@s estáis pensando en el dueto de los duetos: el Escondidos de Chenoa y Bisbal.  Yo estaba con la lagrimita, medio convencida ya, aunque pensando que seguía siendo un pelín gilipollas, porque ¿quién declara delante de toda España que te tengo cariño? Que cariño ni que cojones.  Y le da ese abrazo. Con palmaditas en la espalda. ¡¿Qué eres mi padre?!  En ese momento, no me gusta Chenoa... ¡soy Chenoa! Y aún así, seguí esperando. Y media España, como yo misma, estaba pensando a gritos: ¡que la bese jodeeeeeer! Esperando. Pero Bisbal, el hombre más incomprendido e incomprensible, que no increíble, de toda España, ¡le hizo la cobra a Chenoa! No se me desencajó la mandíbula de purito milagro, chic@s. ¡La cobra! ¡La cobra! ¡La puta de la cobra! ¡La madre que lo parió! A Bisbal, no a la cobra, pobrecito bicho.
47 millones de telespectadores esperando al son de la música romántica y con los pelos cómo escarpias, y todo acabó con una cobra. ¿Hola Pepita, viste el concierto de OT1? ¡Siiiii... menuda cobra! ¡Hombre Bisbalito, eso no se haceeee! Menudo resumen del concierto nos has dejao.  Cuando empezaron los primeros acordes de Escondidos, todos querían ser Bisbal, y por culpa de la puta cobra, hoy todos somos Chenoa. ¡Que coño... mañana me pongo hasta el chándal! ¡Che-nooo-aaa, Che-nooo-aaa...! (modo animadora on)
En conclusión, gracias a la cobra de Bisbal, nuestros sueños de 15 años están en el cubo de la basura, posiblemente donde acabará este reencuentro de Operación Triunfo, a no ser que lo reciclen muy mucho.
Y es que...lo recordaba más y mejor. 
Buenas noches literaut@s...y no soñéis con cobras...
¡Che-noo-aaa! ¡Che-noo-aaa!