Septiembre. Otoño. Ha llegado la rutina para quedarse. La vuelta al trabajo, al cole y a ordenar armarios. Qué gustazo. Sí. Habéis leído bien, ¡qué GUS-TA-ZO! ¿Qué pasa? Me encanta la ropa de otoño. ¿Es que soy la única que necesita vacaciones de las vacaciones? Porque mucha playita y mucho relax..., ¡y una mierda! Con nombrar el tándem niños-playa ya sabéis lo que quiero decir. Y aquí la edad me pesa, porque yo hace veinte años sólo necesitaba una mochilita y la toalla para pasar el día a la orilla del mar, y ahora, ¡oh my God!, casi que tengo que preparar la maleta. Y entonces, cuando a mitad de julio ya no puedes más, es cuando (aún tirando de tarjeta de crédito o del COFIDIS), lo envías todo a rodar, y decides hacerte un viajecito para desconectar. Pero...¡otra mierda! El estrés ya empieza con hacer el equipaje en cuestión. Si organizar la bolsa de playa y no dejarse la crema solar pantalla total es difícil, imagina meter en el menor espacio posible (los maleteros no son infinitos y la facturación en el avión menos), ropa y enseres para todas las inclemencias que se nos puedan presentar. El tiempo, hasta en agosto, es traicionero, así que hay que contemplar la posibilidad de que las isobaras se alíen con la ley de Murphy, y caiga la gota fría. A la lista variada de estilos de vestir por si vas de fiesta, por si refresca, por si montaña, por si playa, por si, por si..., hay que sumar el por si todo sale mal y se nos jode el tiempo del todo. Todo ello sumado a zapatos y complementos a juego con cada conjunto. Y encima cuando consigues cerrar tu maleta...aún faltan las de tus acompañantes, hijos y cónyuge para ser exactos.
¡Uffff! Después del viaje en cuestión, en el que no descansas nada a causa del síndrome de Vamos a ver cuantas más cosas mejor, llegas a casa y hacen falta tropecientas lavadoras, una montaña de plancha y tres mil horas para volver a la normalidad. Sólo de escribirlo estoy cansada. ¿Desconectar? Yo lo más que he desconectado este verano es el móvil. Y tampoco. O sea, que miento. Que estoy demasiado enganchada a las redes sociales y a decenas de blogs que siempre comparten newsletters interesantes que no puedo dejar de leer, como para apagar el teléfono o la tablet, a no ser que esté durmiendo, y ya sabéis que yo duermo poco.
Por todo ello, voy a gritar a los cuatro vientos... ¡Bienvenido septiembre!, ¡Viva la vuelta al cole! y ¡Encantada de volver a verla, señora Rutina! Y puedo afirmar con rotundidad que nunca más vuelvo a irme de vacaciones al estilo domingueros viajeros (o por lo menos hasta que se me pase el efecto de esta terrible resaca post-vacacional), a no ser que tenga un imprevisto GORDO, GORDO, MUY GORDO, de los de la Lotería.
Uno de esos imprevistos sí que me permitirán viajar a todo lujo a lugares exóticos imposibles, siempre con la correspondiente vacuna contra el síndrome mentado más arriba, que te garantiza viajar con garantías de salubridad, cocktail con sombrillita y cama king size en la suite presidencial (y una niñera inglesa con cuello almidonado y paraguas mágico para llevar a los niños de paseo por los tejados mientras mi marido y yo hacemos cochinadas)
Como hay más posibilidades de que me atropelle un camión, que de que me toque la lotería (sobretodo si no juego) y ya no digamos de que Mary Poppins aparezca cantando supercalifragilisticoexpialidoso, voy a poner los pies en el suelo y a ser realista. Voy a esperar a hacerme rica con este blog y a convertirme en una afamada escritora a lo Carrie Bradshaw recorriendo las calles de Nueva York, París y Londres y, por supuesto viajando a destinos exóticos como Kuala LumPUR o SingaPUR. Eso sí que relaja : SOÑAR. Porque lo más cerca de lo exótico (y de cualquier lugar acabado en PUR) que estoy ahora mismo es del AmbiPUR aroma zen que acabo de enchufar en mi salón. Mi salón, ese lugar de recogimiento, de relax y descanso, de complicidad y arrumacos...ahora que los niños tienen cole. Como en el anuncio de ciertos grandes almacenes...
....Ya es otoño...en casa de Carrie y Mr Big.
PD: Vaaaaleeeee...querid@s literaut@s...ni yo soy Carrie ni mi chico es Mr Big (aunque a partir de ahora lo voy a llamar así, mira por donde...) A mi me falta la nariz de loro, el estilazo para combinar trapos de su padre y de su madre y que queden bien, y un zapatero lleno de manolos. A mi partenair le falta básicamente pelo, un chofer/mayordomo/lameculos llamado Ambrosio, y visitar más la sastrería. Pero como Si Sueñas...Loterías...
...pues soñemos tod@s.