Bueno, bueno, querid@s literaut@s, el frotar se va a acabar, a otra cosa mariposa, sefini, caput...vamos, que a tomar por culo... el veraneo. Acabado el mes de agosto, se van diluyendo como azucarillos los helados, la playita, el café granizado en la terraza mientras corren los niños despendolaos, y la bendita media jornada, que te permite pasarte las tardes a la bartola, aunque, eso sí, asfixiada de calor y devorada por mosquitos de toda índole, sean autóctonos, tigres, leones o su puta madre. Así pasamos las tardes de verano las madres: entre mosquitos, crema solar, saltos de trampolín en bomba, chichones y betadine, consecuencia del que inventó las dichosas bicis sin ruedecitas.
Pero, como alguna ventaja tiene que tener ser madre en estas caóticas tardes de verano, nos podemos deleitar con uno de los placeres que perdemos con la edad. Una de esas cosas que disfrutamos cuando somos niñas, y que luego vamos evitando porque no debemos, porque todo se coloca en el mismo sitio o por la operación biquini, postnavideña o la que sea. La cuestión es joder la marrana y que no podamos comer lo que queramos. Y ahí es donde las que somos madres tenemos la superexcusa para relamernos y no dejar ni una miguita de... las maravillosas sobras de la merienda de nuestros retoños.


Y, ¿adonde quiero llegar yo? Pues al momento actual: SEPTIEMBRE, y la consabida operación otoño. Ahora me jodo y a empezar nueva dieta: la de la piña, la del cucurucho, la de duncan...du, yo que coño se, pero luego busco en google y me imprimo una para pegarla con imanes a la nevera y...¿seguirla? Esperemos que sí. Lo peor de las dietas es el hambre voraz que pasas. Cuando se te retuerce el estómago y oyen tus tripas a diez metros a la redonda, es cuando te entra la desesperación. Como tengo una amiga psicóloga, ginecóloga y ahora restauradora que además, por desgracia, es experta en dietas, le pregunté el otro día que podía hacer para sobrellevar mejor hacer dieta y pasar hambre. Me ofreció una técnica psicológica supercientíficamente probada: VISUALIZACIÓN. ¿En que consiste? Es muy sencillo. Tengo un hambre que me comería un ciervo entero...pues voy a visualizar que me como una tortilla de patatas. Visualizo en mi mente como corto las patatas, las frío a fuego lento, bato los huevos y hago una tortilla gordita y jugosa por dentro. Y luego visualizo la tortilla deshaciendose en mi boca y me la zampo más agusto que un arbusto...en mi mente. Esta comprobado que la sensación de hambre desaparece, porque engañamos a nuestro cerebro. Yo no se si funcionará pero pienso empezar a ponerlo en práctica. Esta tarde, sin ir más lejos, mientras me comía los restos de un calipo de fresa de mi hijo, ha pasado un cochazo, que ni siquiera sueño tener en la vida, y el pequeñajo me suelta: "Mamá, yo quiero que compremos ese coche" Y yo le he contestado: "Pues visualízalo, visualizalo cariño...a ver si mañana lo tenemos aparcado en la puerta"
Buenas noches querid@s literaut@s...y ¡prohibido comerse los calipos!
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